lunes, 12 de noviembre de 2007

Las sombras del espectaculo futbolístico

El autor Vicente Verdú en su libro “El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción”, nos presenta la etapa actual del capitalismo a la que él reconoce como de ficción. Según este autor, el capitalismo que transcurre en nuestros días pone énfasis en la importancia teatral de las personas, encargándose así de las sensaciones y el bienestar psíquico. Al ciudadano se le ofrece una nueva realidad. Se articula la realidad en la que viven las personas y se obtiene una realidad mejorada. Se busca que cada ciudadano sea un espectador de la realidad, aceptándola tal cual se le presenta y al consumir esa realidad se homogeniza a las personas a través de los productos. En cada país, se busca darle a los productos y servicios cierto formato local para generar un mejor impacto en cada sociedad. El capitalismo de ficción es un híbrido entre lo global y lo local, borrando las distancias, en donde todo es instantáneo y no hay espacios distintos a otros. La desterritorialización y la homogeneización son marca registrada del capitalismo de ficción y le permiten un mejor control social, económico, moral, etc. En esta era del capitalismo, la tradición se fragiliza y los nuevos espacios, libres de un pasado, son los que despiertan la atención de los ciudadanos. Esto se debe a que las ciudades se presentan como un gran artificio dispuesto para el entretenimiento.
Al igual a lo que sucede en Estados unidos como por ejemplo en los Superbowl, los juegos de béisbol, y básquet, entre otros, en los entretiempos de los partidos suelen tocar bandan importantes, bailan las porristas de los equipos, se arma alrededor del juego en si, todo un espectáculo para el entretenimiento y disfrute.
Acá en Argentina hace poco se implemento un proyecto llamado” Hinchadas Ciudadanas”, el cual es organizado por las Secretarías de Cultura y de Deporte de la Nación, y la Subsecretaría de Seguridad en los Espectáculos Futbolísticos del Ministerio del Interior y contó con cuatro presentaciones en su primera etapa. Todas las intervenciones se desarrollaron durante distintos espectáculos futbolísticos, con la intención de impulsar el diálogo y el encuentro entre los hinchas.“En un país tan dañado como el nuestro, tenemos que recrear formas de convivencia solidarias y participativas. Esto supone referirse a la cultura en el sentido amplio, en lo que llamamos el “proceso de construcción de ciudadanía”, que sedimenta en valores, en símbolos, en rituales, en mitos, en estilos de vida, en instituciones y en prácticas. Los hechos culturales pueden ayudar a mejorar la sociabilidad, superar prejuicios, cambiar la imagen del adversario y encontrar nexos en las diferencias”, dijo el Secretario de de cultura de la Nacion, Jose Nun.
Con el lema de “Sin el otro no hay partido”, Hinchadas Ciudadanas propone actividades culturales en el entretiempo de los partidos de fútbol, para promover una cultura de paz, tolerancia y no discriminación en ámbitos deportivos y, en especial, en el del futbol.
La primera presentación del programa que se llevó a cabo fue durante el partido River – Boca, el 8 de octubre de 2006, en donde participó el cantante Horacio Fontova que interpretó dos canciones de su autoría, saludó a toda la hinchada, y abogó "por un futuro en paz".
El domingo 7 de octubre de 2007 se presentó el grupo Kapanga en el superclásico River - Boca. En las fechas siguientes, participarán los Ratones Paranoicos, Los Super Ratones, Fabiana Cantilo, La Chilinga, Chaqueño Palavecino, Iván Noble, Andrés Ciro, Adriana Varela, la Mona Jimenez, y jugadores profesionales de fútbol, entre otros.
Para el nuevo marco de consumidores de sentimientos en que han quedado convertidas las aficiones, cabe destacar que en el fútbol se disputa un nuevo partido, vivido como una experiencia mágica, entre tres cuestiones diferentes y cercanas, que se entrecruzan de manera sorprendente: la pasión, la agresividad y la violencia propiamente dicha.
Es un partido donde la pasión se entiende como desorden del ánimo, como preferencia muy viva por algo y como afición vehemente. La agresividad entra en el fútbol como capacidad de brío o de decisión para una acción, como posible propensión a ofender o como un hecho que implica una provocación o un ataque. Y la violencia comprende actos fuera de su estado natural, lo que suponga ímpetu y fuerza, lo que se realice con brusquedad, las acciones contra el gusto, los hechos fuera de razón y justicia, las situaciones embarazosas y el genio arrebatado que se deja llevar por la ira.
En consecuencia es prácticamente imposible acabar con la violencia en el fútbol, pero sí se pueden combatir con intensidad sus manifestaciones con arrebatos o fuera de razón y justicia y reducir las circunstancias fatídicas. Se puede trabajar en mejoras de conducta vinculada a los tres ámbitos del fútbol donde hay alguna forma de violencia exacerbada:
1º) El juego, con competencias directas relacionadas con jugadores, entrenadores y árbitros.
2º) Los despachos, con el uso de una violencia psicológica que busca intimidar para persuadir en diferentes negociaciones y para obtener mejores resultados.
3º) Las gradas, en sentido amplio, aficionados y medios de comunicación intentan influir en los resultados mediante presiones.
Causas
Por tanto el fútbol lleva en sí una conducta violenta innata pero reglamentada y otra violencia asociada, que ha saltado la línea de banda hasta preocupar a todos los estamentos del deporte y a las autoridades: la crueldad, sobre todo, entre espectadores.
Se han analizado sus posibles causas y se ha llegado a la conclusión de que afecta a dos ámbitos. Primero, en el caso del juego, la violencia desarrollada en la cancha estimula los comportamientos agresivos de los espectadores. Así en las encuestas realizadas por la AFE concluían que la culpa es de directivos, que aceptan la violencia, de entrenadores que prefieren alinear a los futbolistas más violentos y de los árbitros por su mala preparación, su consentimiento de acciones agresivas al equipo local y al inadecuado sistema de designación.
Y segundo, en el caso de las gradas hay dos fenómenos. Para los espectadores se ha determinado que pueden generar violencia las pancartas provocadoras. Y en una encuesta, organizada por la Real Federación Española de Fútbol en 1991, entre los aficionados se llegaba a la conclusión de que la violencia no la genera el fútbol sino la sociedad y destacaba como culpables a árbitros, jugadores, aficionados, la propia Federación, periodistas, presidentes y entrenadores.
Los medios de comunicación son acusados de recurrir a la violencia y los valores heroicos como reclamo para provocar el interés del espectador, además de convertir una simple competición en un espectáculo de pasiones. Y la publicidad deportiva fomenta un materialismo exagerado y, en ocasiones, ha hecho negocio de la violencia con productos como el vídeo "Tarjeta roja" donde se recreaban las imágenes más impactantes del juego sucio y violento.[1]
Las posibles soluciones que se buscaron a este problema es el proyecto antes planteado. El inconveniente surge cuando se quiere aplicar un método de entretenimiento del capitalismo en otros países como el nuestro. Esto se debe a que, en nuestro país, detrás de todo el escenario que se monta para introducir el capitalismo en el fútbol, se esconde la violencia, en realidad, permanece; y es por eso que no hace más que transformarse en otro de los tantos ejemplos del capitalismo de ficción, donde se importa y se pretende hacer uso del modelo occidental deportivo pero no se tiene en cuenta el gran problema de base con la que cuenta el fútbol argentino.

[1] http://www.idiomaydeporte.com/violencia.htm